Las intolerancias alimentarias pueden controlarse la mayoría de
las veces a partir de simples razonamientos, como detectar y evitar los
alimentos responsables, pero no es una tarea fácil.
Evitar los alimentos que nos provocan malestar en sus distintos
niveles de agudeza, puede ser más fácil decirlo que hacerlo, un ejemplo de esto
es la enfermedad celiaca, una condición en la cual las personas que
la padecen son intolerantes a una proteína del trigo conocida como
gluten, que por lo tanto esta presente en la mayoría de los productos
de trigo, como el pan, cereales, galletas y otros productos horneados, pero
además en muchos otros que al estar muy procesados pasan desapercibidos.
Esta condición relacionada al trigo representa un ejemplo
excelente para comprender lo difícil que es identificar los alimentos
responsables de una intolerancia, ya que la mayoría de las personas
(siguiendo con el ejemplo del trigo) no se dan cuenta de la cantidad de
alimentos que contienen gluten o cuántos granos alternativos como la harina de maíz o
de arroz puede estar contaminados de manera cruzada con productos de trigo y
pasar desapercibidos, presentando consecuencias sintomáticas en las personas que
padecen la enfermedad.
Lo mismo le sucede a las personas que tienen intolerancia a la lactosa, ya que en la etiqueta de ciertos
los alimentos no dice específicamente que contiene “leche" o "sin
lactosa", por que utilizan términos relacionados que pasan
desapercibidos como productos lácteos y estos por lo tanto causarán problemas
estomacales a los intolerantes.
Para evitar los alimentos que producen los síntomas negativos,
debemos aprender a leer las etiquetas de los alimentos correctamente y para ello
debemos recurrir a una enseñanza profesional o sea que un nutricionista
o dietista nos explique los términos relacionados a nuestra
sensibilidad específica y dónde se encuentran en las etiquetas, así como también
un buen consejo es que; cuando coma en un restaurante se deberá pedir al
servidor o preguntar al cocinero los detalles del tipo y preparación de los
alimentos que conforman los platos, para no tener que pasar un mal rato.